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lunes, 13 de abril de 2009

Los padres y las drogas*


Por: Dr. Salvador E. Cuño*
Especialista en Adolescencia

Los rasgos de la post- modernidad claramente visibles son la incertidumbre y la complejidad, en las que, por un lado la velocidad de las comunicaciones, el caudal de información, la omnipresente tecnología, la falta de contacto y comprensión humana, y el fracaso de las utopías hegemónicas crean una situación donde las certidumbres se disuelven generando, según Ortega y Gassett, una crisis de creencias. De acuerdo al mismo autor, esta crisis de creencias es consecuente con una crisis cultural.
El descreimiento y la imposibilidad anticipatorio de los hechos y conductas de los demás, crea en la sociedad y en las personas una sensación de pérdida y desorientación que luego lleva a la desesperación (perdida total de la esperanza) .Y sabemos que “la esperanza es la matriz de cualquier proyecto humano”.

Analizando estas ideas vemos como va cambiando nuestra realidad social, en cuanto a proyectos, anticipación, certeza, y posibilidad de relaciones interpersonales. Nuestra juventud vive hoy un mundo distinto al que imaginamos y proyectamos los adultos.
La sociedad actual muy fragmentada e individualista marca matices culturales muy diversos, con lo cual desaparece el elemento conductor y contenedor del cual hacían uso los padres de otras generaciones para poder educar a sus hijos. En otras épocas los valores, las ideas, las normas y las conductas familiares eran semejantes, y al salir los joven de su ambiente hogareño encontraban la continuidad de su proceso educativo y de socialización.
Hoy gracias al progreso tecnológico de las comunicaciones y al uso adecuado de la democracia, tenemos hombres mas libres y pensadores mas creativos, lo cual ofrece a nuestros jóvenes una mayor alternativa de ideas y conductas. Esta mayor oferta de posibilidades en el mundo exterior, crea en nuestros adolescentes una mayor confusión en su mundo interior, ya perturbado por el proceso natural de individuación y desarrollo de su propia identidad. Hoy la tarea conductora y educativa de los padres es mucho mayor y el desafío a confrontar con las nuevas pautas sociales es infinito.
Actualmente los padres viven con un tiempo cuantitativo muy reducido, con una gran dosis de estreés por problemas económicos y laborales, con un deseo inmenso de lograr las metas personales con cierta dosis de egoísmo y con un matiz de adolescentización de sus acciones, que alteran el proceso de culturalización o socialización que debe realizar la familia, con resultados deficientes e inadecuados, con efectos evidentes en la transgresión y el descontrol que muestran a diario la mayoría de nuestros adolescentes.
Me preocupa particularmente el uso indebido de sustancias toxicas utilizadas por los jóvenes en forma habitual o esporádica: me refiero al alcohol, marihuana, psicofármacos o cocaína.
Independientemente de los modos iniciales de consumo desatados por la curiosidad o la pertenencia al grupo, la falla en los procesos educativos a determinada edad, determinan reducidos mecanismos de autocontrol y autocuidado, y la imposibilidad de controlar los deseos de acciones inadecuadas buscando exclusivamente la satisfacción personal , haciendo caso omiso a sus consecuencias: se manifiesta la transgresión

¿QUE PAPEL JUEGA LA FAMILIA EN ESTA TRASGRESIÓN?
En los últimos años, se incrementó la importancia que las ciencias médicas y sociales le han dado a la familia, en lo que respecta a la génesis, persistencia y reducción de los problemas relacionados con las adicciones. Si bien no se discute que el problema de las adicciones es multicausal, incluyendo causas ambientales, social, económicas, fisiológicas, y genéticas, las variables familiares han logrado asumir una posición de prominencia en el terreno de la sintomatología adictiva.
En primer lugar definiremos a la adicción como una alteración de la personalidad; como una enfermedad caracterizada por la incapacidad de exteriorizar los sentimientos o afectos, de etiología multicausal, con un desorden crónico, tipificado por el uso continuo y compulsivo de una sustancia, con el consecuente daño físico, psicológico y/o social, y que a pesar del daño lo sigue consumiendo y que sus orígenes se remontan a los primeros años de vida. Por esto es fundamental analizar que sucede en las distintas etapas del desarrollo del niño y del adolescente.
En la etapa de la infancia la persona va incorporando conductas de acuerdo al modo aprendido de cómo satisfacer sus necesidades y elaborar sus frustraciones, donde los padres juegan un papel fundamental en lo que respecta a formas y modelos de incorporar en el niño los elementos normativos que definieran su personalidad, quien debe internalizarlos para hacerlos propios y formar su propia identidad.
La familia es el marco contenedor donde el nuevo ser nace y crece. Este marco no es simplemente pasivo, son los padres los impulsores y creadores del desarrollo físico y especialmente psíquico del niño.
La familia es como un segundo útero, en el que se completa la gestación del ser humano, que ha nacido muy precario y no puede sobrevivir solo. Necesita que otra persona cubra sus necesidades básicas de cuidado y atención, y por otro, debe ser “programado” con el aprendizaje vivencial en familia, de aquellas reglas que necesita conocer para ingresar, satisfactoriamente, al mundo en el que le tocará vivir, y poder integrarse plenamente en la sociedad.
La socialización es la función esencial de la familia. Es el aprendizaje e internalización a través de un proceso de ensayo y error, de aquellas reglas, pautas y normas que los hijos necesitarán aprender para moverse libremente en su vida de relación, con respeto a si mismo y al prójimo.
Veamos algunos fenómenos formativos en la conducta y personalidad de los niños:
Desde el punto de vista cognitivo, resulta esencial la importancia que en él ejercen las expectativas de los padres. Está demostrado que lo que alguien importante para el sujeto espera de él, tiene un poder enorme sobre su conducta. El ejemplo típico es el rendimiento escolar.
Por otro lado, toda indulgencia excesiva implica sobreprotección y esto significa subestimación. Negación de un “voto de confianza” al niño. “Te protejo por que tu no puedes lograrlo solo”. Este equivocado procedimiento observado con frecuencia en muchos padres, implica el mal uso de recursos intelectuales y personales de los hijos al bajar las expectativas y exigencias normales en la familia.
También en los primeros años de vida el niño comienza a cambiar su moral heterónoma: El portarse bien mientras es controlado y vigilado y solo por temor al castigo. Luego de un largo proceso de aprendizaje, sistemático y normativo, las pautas indicadas se van internalizando, constituyendo así su moral autónoma. Esta se basa ahora en la cooperación, el acuerdo mutuo y el consenso. ”El énfasis ya no se pone en las consecuencias de las conductas, sino en función de las intenciones”.
Nace así la capacidad de empatía, el descubrimiento del otro y de sus derechos, así como la posibilidad de reflexión sobre los deberes. Esto es otro paso decisivo hacia la independencia y la autonomía.
Por lo tanto la familia resulta un modelo en escala de la sociedad en que vivimos, en ella se repiten cualitativamente la mayoría de las experiencias del mundo exterior, pero cuantitativamente atenuadas en cuanto a sus consecuencias. Un lugar adecuado donde se aprende equivocándose, a través pautas claras y elásticas, con consecuencias benévolas y moderadas. Si las reglas aprendidas no son congruentes con las del medio social, éste aprendizaje solo sirve para moverse dentro de la burbuja familiar, pero no dentro de la sociedad, de la que quedará marginado por fracaso en la socialización, con marcado énfasis en las trasgresiones.
El abuso de drogas parece ser inicialmente un fenómeno de la adolescencia y de la juventud. Se vincula con el proceso normal, auque perturbador, del crecimiento y del desarrollo, la experimentación de nuevas conductas, el ensayo de las libertades, la autoafirmación y el inicio de estrechas relaciones con personas exteriores a la familia: proceso de exogamia.
Hay tres estadios en el consumo de drogas, cada uno tiene elementos concomitantes diferentes. Primero es la ingestión de drogas “legales” como el alcohol y el tabaco, que tiene un contexto y significado social. El segundo estadio constituye el consumo de marihuana: se debe fundamentalmente a la influencia de los amigos de su edad. El tercer estadio, corresponde al consumo frecuente de otras drogas ilegales, esta etapa parece depender mas de la calidad de la relación padres-adolescentes que de otros factores.
La relación del adolescente y las adicciones asume gran importancia cuando consideramos la estructura familiar. La familia prototipo del adicto es generalmente disfuncional; es aquella en que uno de los progenitores tiene un fuerte ligazón con el adicto, mientras el otro es más punitivo, distante y/o ausente. Por lo general el progenitor más implicado, indulgente y sobreprotector es del sexo opuesto al del adicto. “La función normativa no se cumple”. Además, los hijos adictos pueden cumplir si varias funciones para los padres: sea como canal de comunicación o como desorganizador, cuya conducta preocupante impide a veces que se concrete un divorcio. Otras veces el adicto trata de adquirir la situación de “enfermo” para ubicarse como un niñito en el foco de atención de los padres.

DESARROLLO DEL PROCESO ADICTIVO:
1.- Etapa Inicial o de desarrollo: comienza en la infancia y su característica es el desafío a padres incompetentes. Comienza con trastornos en la conducta escolar a veces confundidos con trastornos del aprendizaje. Los chicos tienen fracaso no porque no pueden aprender, sino porque no quieren estudiar.
2.- Etapa de uso de drogas: el descontrol es total y aceptado por los padres como incapaces de gobernar la situación, con algunos intentos fallidos de control. La situación es tácitamente aceptada, con el argumento de no “perder al hijo”.
3.- Etapa de uso de drogas, adicción y dependencia física, con procesos penales y judiciales.
Para evitar este derrumbe social la PREVENCIÓN AL CONSUMO DE DROGAS es el único camino. Esta debe tener como objetivo conformar familias funcionales y contenedoras, capaces de lograr una educación e información adecuada sobre los efectos adversos de las drogas; esta trasmisión de información debe ser diaria, en pequeñas dosis y en un ambiente familiar con cariño y respeto mutuo.
Los padres hoy, deben tener un conocimiento profundo de las pautas sociales, estructuras y funciones familiares, prácticas de crianza, y estar profundamente convencidos y confiados en su natural criterio lógico e instintivo y experiencia de vida par lograr un adecuado proceso de socialización.
*FUENTE: diariochaco.com