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sábado, 31 de enero de 2009

La palabra, la campaña y la investidura

Por Williams Dardo Caraballo – Formosa *
La política es un actividad tan noble que no puede ser degradada por el abuso de adjetivos calificativos contra quien o quienes piensan distinto, ya que no ganan las elecciones quienes agravien, deshonren o injurien más como metodología de campaña, sino quienes formulan una mejor oferta electoral -en propuestas, realizaciones y nombres- y además, seducen al electorado por su carisma, liderazgo y principalmente por sentirse parte integrante de ese mismo Pueblo con quienes se mezclan, se abrazan, se reconocen y no eluden un saludo de cortesía o el beso de un bebé.

Juan Ramón Lodares, prematuramente fallecido, fue profesor de Lengua Española de la Universidad Autónoma de Madrid y autor de varios libros, siendo el más conocido “Gente de Cervantes” y entre sus trabajos rescatamos esta conclusión: “El 24 de febrero de 1946, Juan Domingo Perón obtuvo un rotundo triunfo en las urnas. El 56 por ciento de los electores votó su candidatura presidencial. En los mítines, Perón no trataba a los adversarios políticos de tontos y desgraciados, que hubiera sido lo razonable, sino de pastenacas y chantapufis, o sea, lo mismo dicho en alguna de esas jergas porteñas tan comunes entonces.
Los opositores políticos eran unos contreras y quienes apoyaban al peronismo, los grasas. Fórmulas de indudable éxito que entonces te podían llevar a la Casa Rosada. Los peronistas veían en ellas la expresión popular, desgarrada y arrogante de un líder al estilo de los viejos caudillos criollos. A poco de ganar las elecciones, en las paredes de Buenos Aires aparecían pintadas como “Le ganamo a lo dotore”. Los doctores eran, como puede suponerse, gente poco peronista y poco amiga de la grasa.
En sí misma, la oratoria peronista no era nueva. Seguía una tradición muy antigua y muy arraigada en el Plata, una especie de plebeyismo lingüístico que consistía en ganarse la voluntad de las masas procurando hablar como hablaban ellas”.
Creo que en realidad, más allá del aporte del autor, Perón no procuraba hablar como lo hacía la gente común, sino que hablaba desde su condición de conductor con el idioma del Pueblo del cual provenía y se identificaba profundamente.
El buen uso del idioma es un legado que debemos rescatar de históricos dirigentes del campo nacional y popular que trascendieron las fronteras partidarias por su corrección.
Por ello, siendo tan ricas las posibilidades de confrontar ideas a través de las palabras fue un exabrupto innecesario la descalificación que hiciera el Ing. Cristino Caballero en un reciente programa radial al tratar de responsabilizar al Dr. Gildo Insfrán por el aumento en la facturación del servicio de energía.
Cristino, con quien me une una larga amistad, es un conocedor indiscutible del tema energético y ocupó cargos de relevancia en el sector público vinculados al servicio de la electricidad. Desde jefe de Depto. en la vieja Dirección de Energía con el Ing. Romay -quien siempre resalta las condiciones técnicas de Caballero- allá por el 74/75, subsecretario de Servicios Públicos, ministro e intendente por elección de los ciudadanos de la capital. Además honró a Formosa en el Consejo Federal de Energía ocupando su presidencia.
Pero en la triste historia de las privatizaciones, ya que es un gran defensor de los noventa y en especial del menemismo, ocupó un rol clave para la transferencia del sector al “Grupo Taselli” ya que en su despacho de ministro se confeccionaron los pliegos y el marco normativo (Régimen de Suministro, del Usuario, etc.) para concretar la privatización bajo el gobierno del Dr. Vicente Joga.
En la campaña electoral del año 1995 los radicales le reprochaban a nuestro candidato a intendente el haberse desempeñado como “el rematador del patrimonio provincial”, siendo éste el caballito de batalla de los doctores Gabriel Hernández, Antonio Venica y Blas Hoyos, entre otros.
Sin embargo, por esas ironías de la vida, rematador y rematados (según el léxico radical de entonces) se juntan el mismo día en la Mesa de Consenso, debería ser del disenso a todo lo que haga el Gobierno, de partidos políticos para hacer el mayor ejercicio de demagogia que se recuerde de políticos de fuste, como es el caso de Joga, Naidenoff, Aranda, Peña y otros que suscriben un documento reclamando el encanto de la magia más que el arte de gobernar para todos.
El senador Naidenoff y el diputado Hernández, otrora grandes descalificadores y autores intelectuales de la agresión al domicilio particular del Ing. Caballero (ya que me encontraba con él y su familia en el interior del mismo, al igual que en los ataques demenciales a la casa del querido don Lisbel Rivira) se dividieron el día entre la mesita de la timba política, ya que la política para ellos es cuestión del azar, instalada en el centro de la ciudad y la reunión de la Mesa de Disenso para suscribir un documento inviable, aunque algunos no quisieron salir en la foto, ya que saben de su responsabilidad institucional en la cuestión de las “privatizaciones” como fue el caso de Agua y Energía, SPAP (agua potable) y el Banco de la Provincia de Formosa como agente financiero del Estado provincial.
Ese fue el “paquete explosivo” además del tendal de deudas con que se pretendió minar el campo político de quienes iniciaron su gestión a fines de 1995. Sólo el tiempo y las actitudes me pudieron demostrar qué se escondía detrás de semejante herencia, sin beneficio de inventario como diría un viejo amigo.
Dios permita que nuestros comprovincianos vivan este año electoral una campaña adulta, seria, responsable, sin agravios personales ni insultos permanentes, porque esa diatriba no construye poder ni alternativas, ya que sólo genera odios y rencores, porque como dice el refrán “Quien siembra tormentas, cosecha tempestades”.
Aunque de última y si así fuera, debemos recordar que entonces y ahora, los formoseños “Le ganamo a lo dotore”.
*FUENTE: Diario La Mañana – Formosa – 30/01/2009